Cerrar ciclos es una de las tareas más complejas y significativas que enfrentamos como seres humanos. Representa el acto de reconocer que algo ha llegado a su fin para dar espacio a lo nuevo. En la historia de la humanidad y, más específicamente, en la Masonería, este concepto tiene una carga simbólica poderosa. Pero, ¿qué significa realmente cerrar un ciclo? Y, lo más importante, ¿cómo podemos hacerlo de manera consciente? Vamos a analizarlo desde una perspectiva crítica y coloquial, como si estuviéramos en un ágape fraternal.
Los Ciclos en la Historia Humana
La historia de la humanidad está llena de ciclos: estaciones del año, eras históricas, e incluso nuestras propias vidas se rigen por etapas que inevitablemente tienen un principio y un final. Las civilizaciones antiguas comprendieron este concepto profundamente. Los mayas, por ejemplo, veían el tiempo como una serie de ciclos que se repetían, y los egipcios celebraban rituales para marcar el paso de una fase a otra.
El cierre de ciclos también se encuentra en las tradiciones religiosas y filosóficas. En la Biblia, el Éxodo es un ejemplo de cierre y transición: abandonar Egipto para buscar la Tierra Prometida. En el budismo, el ciclo del samsara (nacimiento, muerte y renacimiento) es una lección sobre la importancia de liberar lo viejo para trascender.
El Cierre de Ciclos en la Masonería
La Masonería también abraza este concepto a través de su simbolismo y rituales. El cierre de una tenida, por ejemplo, no es solo el fin de una reunión, sino una reflexión sobre el trabajo realizado y un compromiso para continuar el camino. Cada grado masónico representa el cierre de un ciclo de aprendizaje y la apertura de uno nuevo, llevando al masón a un nivel más alto de comprensión.
Cerrar un ciclo también implica la capacidad de desprenderse de lo que ya no sirve. En nuestra labor como constructores simbólicos, esto se traduce en dejar atrás los vicios y las imperfecciones para trabajar sobre una base más sólida. Es un recordatorio de que el progreso personal y espiritual requiere, primero, aceptar el fin de lo que ha sido.
Una Mirada Crítica: ¿Por Qué Nos Cuesta Tanto?
Cerrar ciclos no es fácil. Requiere coraje para enfrentar la incertidumbre y honestidad para aceptar que algo ya no tiene lugar en nuestra vida. A menudo, nos aferramos a lo conocido por miedo al cambio. Este apego puede convertirse en una barrera que nos impide avanzar, tanto a nivel personal como colectivo.
En la Masonería, también podemos caer en la trampa de aferrarnos a tradiciones o prácticas que ya no resuenan con los tiempos actuales. Si bien el simbolismo y la ritualística son esenciales, también es fundamental evaluar cuándo es momento de evolucionar.
Conclusión: El Arte de Soltar para Volver a Construir
Cerrar ciclos no es solo una cuestión de dejar ir; es un acto de gratitud y aprendizaje. Nos permite reconocer lo que fue, agradecer las lecciones y abrirnos a nuevas oportunidades. En la Masonería, esta filosofía se refleja en cada paso del camino, recordándonos que el crecimiento es un proceso continuo de finales y comienzos.
Así que, como masones y como seres humanos, abracemos el arte de cerrar ciclos. Hagámoslo con valentía, sabiduría y la confianza de que cada final es, en realidad, el inicio de algo mayor. Porque, al final, nuestra labor no es solo construir, sino también saber cuándo desmontar para volver a empezar.
Comentarios
Publicar un comentario