Entre la ilusión y la libertad
Si no has visto El extraño mundo del Doctor Parnassus, te la recomiendo. No solo porque es la última película en la que participó Heath Ledger (aunque eso ya es motivo), sino porque es una bomba simbólica que, si la miramos con lentes masónicos, nos revela un montón de enseñanzas.
La trama parece fantasiosa: un anciano misterioso con un teatro ambulante que ofrece a las personas atravesar un espejo mágico y vivir su mayor fantasía. Pero detrás de esa estética onírica y surrealista hay una historia profundamente esotérica sobre la lucha entre el alma y el deseo, la libertad y el ego, la eternidad y el tiempo.
¿Y no es eso, justamente, lo que trabajamos en cada grado masónico?
¿Quién es el Dr. Parnassus? Un Maestro en decadencia
Parnassus representa a una figura iniciática venida a menos. Un maestro espiritual que alguna vez tuvo conexión con lo eterno, con lo divino (él mantenía el equilibrio del universo contando historias en estado de meditación, ni más ni menos). Pero cayó en la trampa del ego, del deseo, de la vanidad. Hizo un pacto con el Diablo —el Sr. Nick— a cambio de juventud y amor.
¿Y cuántos de nosotros, teniendo conocimiento, hemos sido tentados por el sistema, el reconocimiento, el poder o la comodidad?
Parnassus no es malvado. Es humano. Es un Maestro que cometió errores. Como tantos otros que, incluso dentro de la Orden, olvidan el camino y se pierden en la ilusión de la autoridad o del cargo.
El Espejo Mágico: símbolo del viaje interior
El teatro de Parnassus tiene un espejo por el que el espectador puede entrar a un mundo construido por su propia imaginación, sus deseos y miedos. Y allí, debe tomar una decisión.
El espejo es una alegoría perfecta del trabajo iniciático. Es el símbolo del conocimiento interior, del inconsciente, del viaje hacia el yo profundo. El espejo no muestra lo que eres por fuera, sino lo que llevas dentro. ¿No es eso lo que nos enseña el simbolismo masónico? El espejo como reflejo de la piedra bruta.
Pero cuidado: no todos los que cruzan el espejo eligen bien. Algunos se pierden en la ilusión, en la satisfacción inmediata. Otros comprenden el mensaje y regresan transformados. Como en la vida, no todos los iniciados despiertan.
La Filosofía: elegir entre lo fácil y lo verdadero
La película gira constantemente en torno a elecciones morales. Cada persona que entra al espejo debe elegir: ¿sigues el camino del placer superficial o el del crecimiento profundo? El primero es rápido, atractivo… y destructivo. El segundo es incierto, difícil, pero transforma.
El Sr. Nick (el diablo simpático, por cierto) no obliga a nadie. Solo tienta. Elige cada uno. Y ahí está la clave: la libertad interior. Sin libertad no hay virtud.
¿No nos lo dice también la masonería? Que el libre albedrío es sagrado. Que cada paso que damos hacia la Luz debe ser voluntario, consciente.
Esoterismo puro: inmortalidad, karma, dualidad
Parnassus es inmortal, pero sufre. Ha visto siglos pasar. Ha perdido lo que amaba. Su castigo no es la muerte, sino el peso de sus errores. En él se mezclan los temas del karma, la culpa iniciática y la reencarnación simbólica.
Incluso el personaje de Tony (Ledger) tiene varias "caras", interpretadas por distintos actores cuando entra al mundo del espejo. Esto no es casualidad. Simboliza cómo nuestra identidad cambia según el contexto interior. Cómo somos uno por fuera y muchos por dentro. El trabajo del iniciado es unificar esa pluralidad, encontrar su centro.
Y si hablamos de dualidad, no puede faltar el Sr. Nick: el eterno oponente. Pero no como demonio satánico de película cristiana, sino como la sombra necesaria, el arquetipo jungiano. El que pone obstáculos para que crezcamos. El que desafía para que el alma se defina. Es decir: el adversario iniciático.
Lectura político-social: la ilusión del libre mercado espiritual
En medio de toda esta simbología, la película también lanza una crítica social brutal. El teatro ambulante de Parnassus lucha por atraer a un público que ya no cree en lo espiritual. La gente quiere entretenimiento, consumo, selfies, no sabiduría.
Y cuando aparece Tony (el carismático estafador), transforma el teatro en una especie de espectáculo de caridad con glamour, marketing y “propósito social”. Pero es todo fachada.
Aquí Gilliam nos lanza un mensaje demoledor: el sistema ha domesticado incluso lo espiritual. Lo ha convertido en mercancía. Lo ha vaciado. Y muchos caen en la trampa.
La masonería también debe cuidarse de esto: de convertirse en ritual vacío, en club social, en estética sin ética. Porque el sistema quiere eso: que todo parezca, pero que nada sea.
elegir el trabajo interno o seguir dormido
El Doctor Parnassus nos muestra que el conocimiento no garantiza la sabiduría. Que el verdadero poder está en saber elegir. Que la imaginación puede liberarte… o atraparte. Y que incluso los iniciados caen, pero también pueden redimirse.
Como masones, esta película nos recuerda que el trabajo interior nunca se termina. Que el ego siempre está al acecho. Que el adversario es necesario. Y que cruzar el espejo, el del templo o el de la vida, es solo el comienzo de algo mucho más profundo.
¿Te gustaría que analizáramos otras películas simbólicas desde una mirada masónica? Déjalo en los comentarios o comparte esta reflexión con tus hermanos.
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