Vivir con la Espada Colgando: El Masón en Tiempos de Amenaza Silenciosa
Reflexión para una sociedad moderna que camina sobre el filo de la guerra
Vivimos en una era donde la paz es, cada vez más, una ilusión delicada.
El mundo ya no estalla en guerras globales como en el siglo XX, pero las amenazas son constantes, sutiles, y omnipresentes. En cualquier momento, un conflicto regional puede convertirse en catástrofe mundial; un clic equivocado puede colapsar sistemas económicos, y un líder impulsivo puede desatar una tormenta.
La guerra ya no necesita declararse. Está latente, silenciosa, lista.
Una sociedad moderna… anestesiada
La sociedad moderna vive como si nada pasara. Se entretiene, consume, discute en redes sociales. Vive acelerada, pero distraída.
Mientras tanto, el mundo acumula tensiones: geopolíticas, tecnológicas, ambientales, ideológicas. La gente siente el miedo —lo intuye—, pero no lo nombra.
Vivimos con una espada invisible sobre nuestras cabezas, como si fuéramos felices habitantes de una civilización sentada sobre dinamita, mientras nos tomamos selfies.
¿Qué papel tiene el masón en este teatro de la inestabilidad?
El masón no puede permitirse el lujo de la indiferencia.
La Orden no se fundó para crear espectadores ilustrados, sino actores conscientes del drama humano.
Vivir bajo la amenaza de la guerra no debe paralizarnos, pero sí despertar nuestra responsabilidad. En una sociedad que anestesia a sus ciudadanos con entretenimiento y miedo, el masón debe ser un hombre despierto.
¿Cómo debe vivir y resistir el masón?
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Con conciencia crítica.No tragando discursos de odio, ni repitiendo propaganda. Debe analizar, preguntar, estudiar. Ser la voz lúcida en un mar de ruido.
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Siendo constructor de paz.No con grandes gestos heroicos, sino con acciones concretas: reconciliando, educando, mediando, fomentando el diálogo en su entorno.
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Con dignidad serena.No se trata de vivir con paranoia, sino con temple. El masón sabe que la libertad y la paz no se heredan: se construyen cada día, como se levanta un templo piedra por piedra.
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Dando ejemplo.En tiempos de miedo, muchos gritan, acusan, huyen o se entregan al fanatismo. El masón permanece. No por valentía ciega, sino por convicción profunda. No somos héroes de bronce, sino ciudadanos comprometidos.
Reflexión final
Sí, vivimos bajo amenaza. Pero no somos víctimas pasivas del destino.
La Masonería no nos promete salvar al mundo, pero nos exige no contribuir a su ruina.
En un tiempo donde el miedo puede ser moneda de control, el masón debe ser un foco de calma, razón y acción ética.
Debemos resistir, sí. Pero no con violencia. Resistir con sabiduría, con integridad, con compasión.
Porque incluso cuando todo se tambalea, una conciencia firme puede ser el cimiento del nuevo mundo.
Mientras el mundo construye muros de miedo, nosotros levantaremos puentes de entendimiento.
Mientras otros preparan trincheras, nosotros seguiremos puliendo nuestra piedra.
Porque vivir con amenaza no es rendirse al miedo, sino recordar que incluso en la sombra... hay quienes aún llevan luz.
Fraternalmente,
Un masón entre las grietas del siglo XXI
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