Logias Viejas.

 


¡Ah, las logias viejas! Esas venerables instituciones llenas de historia, polvo, recuerdos y... hermanos con más años de masonería que de paciencia. Vamos a hablar claro, como masones sin guantes blancos ni discursos de cajón: ¿es bueno o malo que una logia esté llena de integrantes mayores, viejos lobos de mandil? Pues como todo en la vida (y en la masonería), depende... y mucho.

Así que pasen, pasen, tomen asiento, que hoy no hay plancha ni ritual, pero sí crítica con cariño fraternal y sarcasmo a discreción.

PRIMERO, HONOR A QUIEN HONOR MERECE

Antes de que alguien se me desmaye del coraje, lo aclaro: una logia vieja no es mala por ser vieja. Al contrario, hay algo valioso en tener hermanos con décadas de experiencia, que han vivido más tenidas que tú reuniones de Zoom. Esos que te pueden recitar el ritual de memoria mientras se toman el café, que conocen la historia de la masonería local y que han visto pasar generaciones de aprendices, compañeros, y maestros sin perder la brújula.

Su sabiduría, si se comparte con humildad, es un faro. Son el archivo vivo de la logia. El problema, mi querido público, no es la edad… es la rigidez que a veces viene con ella.

CUANDO LA LOGIA SE VUELVE UN MUSEO CON CORO DE QUEJAS

Ahora sí, vamos al grano. Hay logias donde los miembros son tan antiguos que parecen más parte del mobiliario que participantes activos. ¿Te suena la frase “aquí siempre se ha hecho así”? Sí, esa que suena cada vez que propones una idea nueva, como usar un proyector o hacer una charla abierta. En esas logias, innovar es casi una blasfemia y proponer algo digital es como pedirle a un dinosaurio que use TikTok.

Lo místico se vuelve costumbre vacía, lo filosófico se convierte en monólogo reciclado, y lo práctico... bueno, lo práctico se reduce a pagar cuotas y que no se te olvide el mandil.

LO MÍSTICO: CUANDO LA CHISPA SE VUELVE CENIZA

En teoría, la logia es un espacio donde se enciende la luz del conocimiento, donde cada tenida es un acto de renovación interior. Pero cuando todos los integrantes llevan veinte o treinta años repitiendo los mismos textos sin cuestionarse nada, el misticismo se vuelve liturgia sin alma. Ya no hay fuego sagrado, solo una costumbre de “porque toca”.

¿Es eso malo? No necesariamente. Pero si no hay renovación espiritual, si nadie cuestiona, si nadie busca la luz, entonces estamos jugando a los masones, no viviéndolo.

LO FILOSÓFICO: CUANDO LA SABIDURÍA SE CREE DUEÑA DE LA VERDAD

Una logia vieja puede ser un lugar filosóficamente poderoso… o un cementerio de ideas nuevas. Hay hermanos que creen que por tener más años tienen más razón. Que “filosofar” es repetir lo que dijo alguien en 1957 como si fuera palabra sagrada. Y si alguien joven levanta la mano para preguntar, lo callan con un “todavía no te toca opinar”.

Hermano, si la masonería no es diálogo, ¿qué demonios es? Si no hay espacio para el pensamiento crítico, entonces no somos masones, somos papagayos de mandil.

LO PRÁCTICO: LO BUENO Y LO MALO DEL CLUB DE LOS ANTIGUOS

Lo bueno de una logia de viejos masones es la estabilidad. No se cae ante la primera tormenta. Tiene estructura, tiene memoria, tiene forma. Si la logia fuera un edificio, los viejos son sus columnas: firmes, resistentes, duraderos.

Pero lo malo, oh, lo malo… es cuando esas columnas no dejan entrar la luz. Cuando se aferran al poder, a los cargos, a la rutina. Cuando el “aquí mando yo” pesa más que el trabajo colectivo. Cuando un joven entra con entusiasmo y sale seis meses después porque nadie lo escucha, ni lo forma, ni lo toma en serio.

Y no falta el que dice: “Es que los jóvenes ya no aguantan nada”. No, hermano. Es que tú llevas veinte años haciendo lo mismo… y eso aburre hasta al Gran Arquitecto.

ENTONCES, ¿ES BUENO O MALO?

Una logia vieja puede ser un templo de sabiduría o una cárcel de la costumbre. Puede ser escuela o mausoleo. Todo depende de si esos hermanos con años y grados están dispuestos a aprender tanto como enseñan, a escuchar tanto como hablan, a abrir tanto como protegen.

La masonería no se mide en años de antigüedad, sino en la luz que compartes. Si los viejos son guías, ejemplos, mentores: gloria bendita. Pero si son guardianes de un pasado que ya no inspira, más que venerables… son obstáculos.

  • ¿Una logia vieja puede ser buena? Claro.

  • ¿Puede ser un estorbo para el crecimiento? También.

  • ¿Depende de la edad? No. Depende de la actitud.

Así que, hermanos mayores: no les pedimos que cambien el ritual, ni que bailen reguetón simbólico. Solo pedimos que recuerden que una logia que no se renueva, se convierte en museo. Y los museos, aunque hermosos, no construyen el futuro.

Y tú, joven masón: si entras a una logia vieja, no vayas con soberbia. Pero tampoco te calles. Porque para que el fuego siga ardiendo, hace falta leña nueva y también brasas antiguas.

Y si entre todos no logramos encender esa luz... entonces sí, estamos fritos. O peor: estamos oscuros.

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