Cuando el librepensamiento se pone en modo militante (y con algo de soberbia)
Por un Hermano que sigue creyendo que la razón no necesita gritar para tener razón
🙋♂️ ¿Te suenan estos personajes?
Gente que habla de laicismo, racionalidad, derechos civiles, libertad de conciencia, educación científica y hasta ética sin metafísica.
Los encuentras en universidades, colectivos ciudadanos, congresos de filosofía, ONGs pro derechos humanos y, cómo no, en foros de internet con nombres como: "El Club de los Librepensadores Ilustrados" o "Ateos Organizados del Siglo XXI".
¿Y sabes qué tienen muchos de ellos en común?
Pasaron por un Templo… o por lo menos, por una librería donde vendían rituales masónicos encuadernados en pasta dura.
📜 De la plancha al manifiesto público
No pocos de estos activistas, académicos o agitadores ilustrados se formaron en logias, o en movimientos hijos de la masonería, con mandiles bien puestos y discursos aún más rectos.
Aprendieron a defender el pensamiento libre, a cuestionar verdades reveladas, a dudar de todo —incluso de sí mismos—, y a no aceptar dogma sin pasarlo antes por el filtro de la razón y la experiencia.
Pero un día dejaron el Templo (o lo llevan en secreto como si fuera una ex tóxica), y se dedicaron de lleno a una causa:
👉 Que el Estado no se arrodille ante ningún púlpito.
👉 Que la ciencia no tenga que pedirle permiso al dogma para avanzar.
👉 Y que los libros de texto no digan que el universo fue creado en siete días por un señor con barba flotante.
🧨 ¿Bueno o malo?
Depende.
Como todo movimiento con pasión, a veces se les va la escuadra de lado.
Porque claro, una cosa es defender la neutralidad del Estado, y otra muy distinta es exigir que se tapen los vitrales de las iglesias, se bajen los cuadros sacros de los museos o se prohíba decir “bendiciones” en público porque “viola laicismo emocional”.
Hay que decirlo:
Algunos de estos “cruzados del pensamiento crítico” se convierten en inquisidores del siglo XXI.
Pero en lugar de quemar brujas, queman biblias en debates online.
En lugar de hogueras, usan hilos de Twitter.
Y en vez de sotanas… usan sarcasmo ilustrado.
🛠️ Pero reconozcámoslo, hacen falta
Porque también es cierto que, sin estos hermanos laicos —con o sin mandil—, el mundo estaría mucho más inclinado hacia el fanatismo, el autoritarismo religioso y el dogma disfrazado de política pública.
Cuando un ministro quiere imponer su moral privada como ley universal…
Ellos están ahí, recordando que la Constitución no es un versículo, ni la democracia una misa.
Cuando alguien quiere “curar” la homosexualidad con oraciones…
Ellos sacan datos, estudios, y una que otra ironía demoledora.
Y cuando ciertos políticos juran que “Dios los puso ahí”…
Ellos contestan:
“Pues si fue Dios, que rinda su informe de gobierno también.”
✍️ ¿Y qué tiene que ver esto con la masonería?
Mucho.
Porque la masonería no es religiosa, ni atea, ni agnóstica, ni fan de los ovnis con chakras.
Es libre.
Es el espacio donde se aprende a pensar con cabeza propia, a respetar la diferencia y a buscar la verdad por encima de todo prejuicio, creencia o moda ideológica.
Y aunque algunos de estos “hermanos laicos” ya no asisten a Tenidas, siguen caminando con escuadra interna:
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Denuncian la manipulación.
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Desenmascaran al poder disfrazado de fe.
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Y nos recuerdan que la razón, cuando se cultiva bien, también es una forma de luz.
🧩 El detalle (porque siempre hay uno)
A veces olvidan que no todo símbolo es opresión, ni toda creencia es enemiga.
Que el arte sacro no es una conspiración clerical, y que hay personas que creen en Dios y también votan con sentido común.
El laicismo no es una cruzada, es un principio.
Y el pensamiento crítico no necesita gritar para tener razón.
Solo necesita constancia, argumentos y, de vez en cuando, una buena taza de humildad.
🏛️ Cierre de Cámara (con escuadra, compás y sentido del humor)
Así que si te encuentras con uno de estos hermanos sin mandil pero con causa,
no le temas, ni le discutas a muerte.
Invítalo a un café (o a una tenida silenciosa, si se deja).
Porque aunque ya no cite a Hiram ni crea en símbolos,
es probable que todavía guarde en el corazón el mismo fuego de libertad que a ti te trajo al Templo.
Y eso, mi querido lector,
vale más que mil discursos con incienso.
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