Los Políticos de Doble Mandil

 

“Ni tan hermanos, ni tan rectos”

Por un Hermano que ha visto más traiciones que columnas en ruinas

🎭 El político masón: ¿guardián del pueblo o actor de reparto?

Ay, ay, ay…
Entramos en terreno delicado. Así que si eres político y estás leyendo esto, te pido dos cosas: no te ofendas antes de terminar de leer… y revísate el mandil, que igual lo traes al revés desde el 2006.

Sí, existen políticos masones.
Y también existen unicornios en cuentos infantiles.

Bromas aparte, hay —los menos— quienes viven los principios masónicos en su función pública: justicia, libertad, equidad, tolerancia, servicio. Los hay que, sin buscar reflectores, han defendido causas nobles, han sido ejemplo de rectitud y han gobernado con la escuadra más firme que el bastón de Moisés.

Pero también hay otros…

🎬 El show del mandil prestado

Ah, esos sí abundan. Son los que usan el mandil como si fuera una corbata de gala, solo para la foto en la campaña o para impresionar a inversionistas en cenas discretas.

Se presentan como “hermanos comprometidos con la verdad”…
…y al día siguiente votan a favor de leyes que le arrancan la escuadra al Estado de derecho.

¿Recuerdas aquel político que juró lealtad a los valores masónicos y luego acabó en el noticiero por desfalco, nepotismo o abuso de poder?
Sí, ese.
Ese que se sabía de memoria el ritual de iniciación, pero olvidó el significado de la palabra “honor” en cuanto le ofrecieron un cargo.

🧩 Partidos con símbolos, sin espíritu

Y ni hablar de los partidos políticos que nacieron con inspiración masónica: libertad, igualdad, fraternidad, educación pública, justicia social…
Ideales hermosos, que hoy cuelgan en las paredes como cuadros de familia que ya nadie reconoce.

¿En qué momento pasaron de ser movimientos éticos a agencias de colocación para oportunistas?

Hoy vemos logos con triángulos, estrellas, columnas… pero sin ideas. Con discursos huecos disfrazados de doctrina.
Dicen representar al pueblo…
Pero legislan para sus amigos.
Dicen servir al bien común…
Pero terminan sirviéndose el pastel completo mientras el pueblo recoge las migajas.

📏 El mandil no hace al masón

Y aquí viene la reflexión incómoda (pero necesaria):
No todo el que dice ser masón lo es.
Y mucho menos si cree que tener un grado es tener licencia para mentir, robar o manipular.

El mandil es un símbolo de servicio, de trabajo, de humildad.
No es una medalla de impunidad, ni un salvoconducto para ascender en las escaleras del poder por la puerta de atrás.

El verdadero masón en política se distingue por lo que hace cuando nadie lo ve, no por lo que presume en campaña.

🪓 ¿Qué hacemos entonces, Hermanos (y ciudadanos)?

  1. Exigir coherencia. Si alguien se dice masón y se comporta como un cacique corrupto… hay que señalarlo. Con fraternidad, pero sin complicidad.

  2. Recordar que el mandil no otorga santidad. El camino masónico es exigente y nunca está terminado. Cualquier grado se puede corromper si no hay vigilancia interna.

  3. Fomentar liderazgos verdaderamente éticos. No necesitamos más políticos con símbolos. Necesitamos ciudadanos con valores que construyan desde cualquier trinchera: la escuela, el taller, el mercado, la plaza.

🏛️ Cierre de Cámara (con escuadra y sarcasmo)

Así que la próxima vez que veas a un político jurando fidelidad al pueblo, usando palabras como “hermandad”, “iluminación” o “templo de justicia”…

…hazte esta pregunta simple, pero potente:

¿Este señor está trabajando como obrero de la verdad… o solo vino a posar con el mandil para la selfie electoral?

Y si tienes la duda, no te preocupes.
La vida, como el taller, siempre revela al impostor tarde o temprano.

Porque mientras algunos políticos usan la masonería para subir…
…otros seguimos puliendo la piedra para no caer.

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