Lo bueno de la masonería
La masonería, cuando se vive con seriedad, te regala un espacio de libertad de pensamiento. No importa si eres católico, ateo, científico, poeta o campesino: dentro de la logia se te escucha, se te respeta y se te reta intelectualmente. Esa pluralidad es oro puro en un mundo donde todos quieren imponer “la verdad”.
Además, la masonería te entrena en algo que pocos valoran: disciplina interior y reflexión. El ritual no es un simple teatro, es un espejo que te obliga a verte, a pulirte, a domar tus pasiones. Con el tiempo, aprendes a hablar con respeto, a escuchar con paciencia y a debatir con lógica. Eso en la vida diaria se traduce en liderazgo, calma y claridad mental.
Y no nos engañemos: la fraternidad pesa. Cuando hay un hermano en problemas, los demás responden. Puede que no seas millonario ni poderoso, pero nunca estarás del todo solo.
Lo malo de la masonería
Ahora, siendo franco: la masonería también tiene sus sombras.
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El elitismo: muchos entran creyendo que la masonería es un club exclusivo de poder. Y sí, hay logias que parecen más un networking de traje y corbata que un taller espiritual. Eso corrompe el ideal.
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La burocracia interna: grados, títulos, vanidades… algunos se pierden en esa obsesión jerárquica y olvidan que el verdadero trabajo es interno, no en el mandil.
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El desencanto: entras con la expectativa de grandes secretos universales, y descubres que los “secretos” son símbolos, metáforas y disciplina. A muchos les parece poco y se van frustrados.
Lo que se gana
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Hermandad: tener una red de apoyo real y global.
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Cultura y pensamiento crítico: la masonería te empuja a leer, pensar, discutir y crecer.
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Un espejo ético: en tiempos de corrupción, manipulación y polarización, la logia te recuerda que la rectitud no es un lujo, es una obligación.
Lo que se pierde
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Tiempo: si no sabes equilibrar, las tenidas, estudios y ceremonias pueden robarte horas que quizá podrías dar a tu familia o proyectos.
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Amistades o vínculos: algunos no entienden tu pertenencia, creen en conspiraciones y se alejan.
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Cierta inocencia: una vez que entras, tu visión del poder, la religión y la sociedad cambia; ya no ves el mundo igual, y eso pesa.
Impacto frente a los postulados masónicos
Los postulados son claros: libertad, igualdad, fraternidad, tolerancia, búsqueda de la verdad. La pregunta es: ¿los vivimos o solo los recitamos?
En la práctica:
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Sí, hemos impulsado laicidad, democracia y educación en muchos países.
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Sí, somos una trinchera contra el fanatismo religioso y político.Pero también hemos fallado: hemos caído en elitismo, en secretismo inútil y en disputas internas, olvidando que lo esencial es pulir la piedra bruta del hombre.
La masonería no es ni el monstruo conspirador que pintan los detractores, ni la panacea mística que esperan los ingenuos. Es un camino de trabajo personal y colectivo, lleno de luces y sombras.
Al final, la masonería es como un cincel: si lo usas con honestidad, tallas tu vida; si lo usas mal, solo haces ruido.
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